martes, 14 de abril de 2009

Hasta los títulos son un problema...

Tú y yo a solas y a oscuras es un problema.
Verlo desde afuera, observar los hechos
al margen de la magia seria inútil,
aunque algunos dirían que objetivo.
Mas ver mi cuerpo desde adentro
desde la subjetividad de mis anhelos,
acorralado entre el tuyo y mis contradicciones,
involucrado en la locura, en la disputa
de nuestros ojos sedientos de lúdico deseo
y en el concierto de caóticos latidos
que se suceden en carrera cual galope
de caballos amortiguándose en sus crines,
no entraña la sencillez de un dilema.

Por la complejidad de factores que envuelve
excluye por sí mismo la dualidad de las cosas:
no es cuestión de si es natural o aprendido
tampoco de elegir entre blanco o negro.
Es si primero toco tus labios, tu rostro o tu pelo
o recibo serena la ternura del abrazo cándido,
si prolongo con inquebrantable mudez el misterio
o me avalancho en embestida contra tu fortaleza.

Resumiendo es un problema dulce e infinito.
No es moral, ni ético, ni siquiera filosófico,
ni si comunismo o capitalismo,
es decir tampoco es económico, ni político;
aunque no niego el deseo de sucumbir
colectivamente ante el conflicto,
¡compartir los bienes siempre es tan necesario!
por ejemplo la cama, las sábanas y el amor
con una repartición igualitaria de sonrisas,
de derechos, como el calor solidario
de nuestro tacto en primavera, y deberes.

¡Que sería vivir sin este tipo de problemas
que nublan el juicio y florecen en el alma!
No importa si convierten la cabeza
en una fábrica de canas y de ideasCursiva
para crear caminos largos y confusos
que traben aún más las soluciones.