miércoles, 7 de noviembre de 2007

Autocrítica a través del espejo. Retro-Intro-Pro-Spección.

"Ni heroína, ni princesa,
ni voluble, ni perversa
crece libre y no se deja someter."
Lilith, Pedro Guerra
.
Vero, Vero... ¿qué ves?
Dos ojos diminutos, miopes y estrábicos
que me hablan sin palabras y no mienten.
Pelo crespo, nariz ancha y labios gruesos
se conjugan para formar mi cara.
Veo abdomen y pecho,
cuyo lado izquierdo tiembla rítmicamente
y un sonido al compás del movimiento.
Veo pies y el callo del tercer dedo
de mi mano derecha.
(Sí, soy derecha, aunque eso nada tiene que ver
con el predominio de los hemisferios).

El tiempo retrocede ciegamente,
como en un flash
y veo sonrisas, carcajadas
pasteles de tierra
y jugo de flor de cayena.
Muñecas, lavadoras,
estufas y planchas de plástico.
También aquel vestido de algodón
con encajes y florecitas bordadas,
de color rosado.

Veo pies descalzos
sobre el lodo y bajo la lluvia
que cae sobre nuestros cuerpos,
risas y carcajadas otra vez,
y a lo lejos la voz de mi madre
condenándome a sufrir
de una gripe mortal.

Veo pedales, ruedas, sillín y barra...
y una voz gritándome
"¡te vas a caer!",
pero esta voz está cerca...
lo que veo lejos es una bicicleta
y el deseo frustrado de aprender a montarla.

Veo frases, órdenes, mandatos.
Veo "¡Siéntate derecha!",
"¡Eres una flor delicada, la princesa de la casa!",
"¡No juegues a las escondidas con los niños!",
"¡Pórtate bien y saca buenas notas!"...
y el libro Nacho abierto en la lección "Mi mamá me mima".

Veo pies de cuatro pulgadas de largo
en tacones de ocho,
un cuerpecito disfrazado
con collares y labial rojo,
y en su pequeña cabeza seis trenzitas
que emanan como tentáculos
de pelo crespo dorado.

Veo tabúes, mitos, cuentos
mentiras contadas como verdades
que sustentan una sociedad premio-castigo,
y todo eso metido por la boca
a cucharitas, a cucharazos,
a grandes mordidas y enormes bocados;
metido por los oídos
y hasta por las narices
por la dulce y tierna voz
de abuela y de mamá,
la comprensión de papá,
la misa de los domingos 8 A.M,
la radio, la tele, la cotidianidad
y catorce años de vida escolar
para darme cuenta al final
que no sabía ni un carajo.
Fuera de burlas o ironías,
mi educación iba muy bien
hasta que fue interrumpida por el colegio.

Y junto a todo eso,
veo a una adolescente frustrada,
con preguntas sin respuestas,
y miedo al sentir,
miedo al actuar,
miedo al vivir.
Una adolescente que odia sus tentáculos dorados
y un pelo super estirado
por un invento llamado alisado,
instrumento del paradigma de belleza occidental
y un estilo alternativo -rock, convers y jeans gastados-,
creyendo que de esa forma sería radical.

Una mente hastiada
de un sistema de educación acelerado,
que tan sólo crea soldados
para el malestar de la sociedad.

Veo sonrisas y carcajadas,
esta vez no de ignorancia
sino de esperanza.
Principios e ideales,
solidaridad y amor,
coherencia y justicia.
Veo gente y más gente
por encima, a mi lado
y en mi par de costados,
veo al pueblo sonriente.

Y sin embargo veo llorar
a ese pueblo que sonríe,
lo he visto nadar en su pobreza
resignarse en sus carencias
entregarse a su condena
y aceptarla a duras penas.
Hospitales cayéndose a pedazos,
y en ellos personas que sufren
donde su dignidad es aplastada
bajo sábanas amarillentas.

Veo todo eso y no me gusta.
No se puede esperar
que la realidad se ponga linda
para poder enfrentarla.
Por eso veo una mujer
que quiere ser libre,
sin ataduras, miedos,
tabúes, ni mentiras.
Veo mis manos siendo realistas,
construyendo lo imposible
y mi boca gritándome:
“No te quedes inmóvil… no te salves.”

1 comentario:

Unknown dijo...

Magestual, volver a oir esto esta vez a leerlo, como siempre sorprendente, no debo agregar nada por que esta de mas

Saludos compa