sábado, 26 de julio de 2008

La mujer y la parca.

Para Esther María.
Mujer bellísima que teme a la muerte.
Esquizofrénica.
.
Mujer de surcos profundos
que llegan hasta tus sienes,
con esos cabellos largos
y blancos como la nieve
en un clima siempre tropical.
Con tus ochenta y tantos de vida
siempre temes que la muerte
venga pronta, sin avisar.

Me sorprende la manera
como calculas las horas
con el cantar de los gallos
y el éxodo de las sombras.
Así vas contando los días
preguntándote por los muertos,
mas ya viste caer a unos cientos,
en tu largo caminar.

No temas, mujer, a la parca.
Ella vendrá serena a recogerte,
con su rostro más afable
montada sobre su barca.
Con su suspiro amable
y tu boleta de viaje,
de un viaje largo y sin final.

Es un enigma tu mundo
hecho de cuatro paredes
de fantasmas y de redes.
Tú, sin embargo, lo adornas
con tu exclusiva forma de amar,
haciendo una cruz en la tierra,
y situando certera las piedras
que nadie se atreve a quitar.

Inclinada en tu escalón
empieza de nuevo el ritual:
con la danza de las aguas
y con tus besos de a par.
Cantas las mismas canciones
que tan sólo tú conoces
mientras discutes con voces,
las voces que te hacen callar.

No temas, mujer, a la parca.
No es una mala anfitriona,
llega tranquila y dulce
y no deja marcas.
Montada en su carruaje
para que emprendas el viaje,
un viaje largo y sin final.

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