sábado, 5 de enero de 2008

Lunedades.

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He diagnosticado el clima,
pues se ha secado el dedo húmedo al echarlo al viento.
Algo así como costumbres y esos líos.
Eso es más o menos factible, igual que meteorología.
Aunque no se si más menos que más,
más más que menos, menos más que menos
o menos menos que más... ay!, ya si que me enredé.
Pero no importa, porque en nuestros delirios
están nuestras corduras.
Y en un instante se enciende, a veces se apaga o permanece,
otras vuelve a prenderse. Así, siempre oscilando.
Y es que nada es lineal, no.
Bueno, algunos tramos rectos de las carreteras,
pero no completas.
Las cosas son avalanchas de ondas,
con sus picos y valles, eternas líneas cuervas.
Digo, curvas.
Y los valles tienen flores, aunque a veces no.
Sólo hay que detenerse a mirar las montañas.
Si te fijas en la hilera, es una línea curva,
los vértices son los picos, que también se llaman picos,
las depresiones los valles, aunque no se llaman valles,
sino faldas o laderas (extraños nombres).
Los valles están más abajo,
o sea que hay dos tipos de valles en el campo... vaya.
Y de lejos no se pueden ver las flores,
aunque sí las hay, en especial amapolas.
Si te sales de la línea recta de la carretera,
tal vez puedas verlas.
Creo que deliro, o desvarío, que es lo mismo, o casi.
Quizás sea la falta de sueño, o de amor.
Opto por la primera, su solución es más mediata y fácil.
Me voy a acostar otro rato.
Chau!

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