domingo, 13 de enero de 2008

I belong to loneliness.

Alma que camina tras su sombra
hacia su lóbrega guarida
destilando un silencio abismal
ante el grito interior y pulsátil.

Condenada, perpetuada
al infame juego del dolor,
al olor a muerte palpable
de las despedidas calcadas
como un álbum de fotografías
perplejas, atribuladas de recuerdos
asesinando los latidos
de un corazón insano
tras el dulce suicidio
de amores mal concebidos.

Amores infinitamente amargos,
escuetos e incompletos
con aire de risa mezquina
parcheándome los ojos
temblando de espanto
con el reflejo de mi piel marmórea
y mis iris grisáceos
sobre la tumba fría y pálida
de mi existencia.

Incesante aletargada
en una analgesia que duele
reventando de sopor y frío,
ahora veo cosas muertas,
como árboles de polietileno
cuando el lento genocidio
de mis rosas iracundas
socavaron mi esperanza.

Yo pertenezco a la soledad.
La llevo acertijada en mi nombre,
aleada como alpaca en mis pisadas,
arrastrándose en mis venas.
Y no hay artilugio o rito que me cure,
que me exorcice esta enfermedad.

2 comentarios:

Wasarry dijo...

Bastante triste, como si de verdad dejaras llenar la casa de sombras, sin esperanzas...me encantará seguir leyendo y poder conocer tus palabras...

Mariposa Miope dijo...

Mi casa emana mucha luz,
brilla, tiene un alegre resplandor
que cura cualquier herida.
Pero tiene un cuartico,
una diminuta y helada habitacion
oscura, llena de sombras.
Y ahi voy de vez en cuando,
como por gravedad,
con los ojos rebozados.